ANDRES ESPINOSA

 

 

(MONTAÑERO DE AMOREBIETA)

 

Andrés Espinosa Echevarria nació y vivió en Amorebieta siendo el mayor de cinco hermanos.

Como otros jóvenes de los primeros años del siglo XX no pudo sustraerse a recorrer las cimas de los montes que rodean y enmarcan el pueblo que le vio nacer.

Pero pronto el marco se le fue quedando pequeño, por lo que decidió ampliar sus salidas fuera de Vizcaya, y así un día sus amigos nos vimos sorprendidos al enterarnos de que había subido, sin ayuda de nadie, al Naranjo de Bulnes.

Cuando uno del grupo le dijo:

Pero Andrés como se te ocurrió subir solo?

la contestación fue ¿qué querías que hiciese, si eran todavía las cuatro de la tarde y no podía contar con el guía hasta el día siguiente? 

Pues me quité las botas y en calcetines empecé a "tantear" y como no me pareció difícil seguí adelante hasta que llegué a la cima.

Cuando bajó en la posada donde había reservado habitación explicó que ya no necesitaba cama y se volvió para casa.

En otras de sus salidas subió solo, como de costumbre, al Mont Blanc y seguidamente al Monte Cervino, un cuatro mil, y allí, nos contaba, pasó la noche con una lata de sardinas como único alimento.

 Andrés era todo un carácter con un gran corazón.

Cuando fue al Sinaí  al principio de los años treinta se encontró, tras un día de marcha y por causa de la información deficiente que le habían facilitado, en una cota más alta, pero casi en el punto de partida.

Otro hubiera desistido, él se puso en marcha de nuevo y llegó al Sinaí.

A continuación pasó a Egipto y allí cogió un tren, del que por poco lo echan porque llevaba un billete económico de los que estaban reservados para los negros, que le llevó a un lugar de la Costa del Índico, donde inició un recorrido por la selva hacia el interior del continente, y así llegó tras cinco días de marcha al pie del Kilimanjaro, al que ascendió, solo como siempre.

Nos contó que en la selva encontró a un chaval de unos diez años que se había perdido.

Le ayudó y durmió un par de noches abrazado a él para darle calor con su cuerpo.

Andrés era poco partidario de ir al monte en compañía.

Sin embargo hice con él algunas pequeñas salidas.

En una de ellas subimos Pagasarri desde Arrigorriaga y bajamos por Rekalde a Bilbao.

En otra subimos por Garay al monte Oiz, salida en la que nos acompañó el pinto de Amorebieta Enrique Rentería, amigo íntimo de Andrés (con el que aparece en la fotografía, tomada en la misma cima del monte) y en la que se contempla Mundaka y el final de la ría de Guernica.

 

 

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