ESCALADA CERVINO ARISTA ZMUTT

 

MONTE CERVINO

 

Después de la hazaña por los andes en julio de 1963 y en vista de que al parecer nos quedamos con ganas de volver a realizar otra escalada, nos pusimos en comunicación tres de los montañeros que habíamos realizado la ascensión a los andes y decidimos preparar una escalada al monte Cervino, intentando realizar la escalada por la arista Zmutt, eramos Mª Angeles Toribio (valenciana), Jesús Gracia (murciano) y un servidor Eduardo Ros (valenciano).

Comenzamos los preparativos y para últimos de Septiembre ya estábamos listos para emprender la hazaña, a última hora no se como se nos unió un primo de Mª Angeles, Toni Beneito que por cierto era de las primeras veces que se enfrentaba a un cuatromil.

 

 

La arista Zmutt es quizás uno de los más bellos itinerarios de acceso al Monte Cervino... Notable combinación de tramos de nieve y roca, en el límite de dos mundos austeros y severos: las dos paredes N y O.

La cumbre del Cervino, dada su especial belleza y su característica mala climatología, ha hecho que muchos montañeros no hayan podido llegar a culminar la ascensión por esta arista, cierto que en el Cervino la climatología cambia de un momento para otro, y no se puede uno fiar porque te puedes llevar una buena sorpresa.

Prueba de ello es que muchos se han encontrado muchas veces frente a su impresionante silueta, recortada en un deslumbrante cielo azul, y pletóricos de alegría a pesar de sentir que podía ser la ocasión de alcanzar una cumbre tan emblemática, ha habido muchas dudas hasta poderlo conseguir.

Para un novato en la alta montaña constituye todo un reto y conseguirlo es llegar a alcanzar la categoría de montañero. No obstante el azar, la confiada y actitud puede conceder alguna ventaja, aunque también puede ocuparse de complicar la ruta.

 

En nuestra expedición llevamos un novato, Toni, bueno más bien un inexperto en alta montaña, pero se ha empeñado en ser bautizado por nosotros así es que no hemos tenido más remedio que llevarlo en la cordada.

Llegamos a Zermatt a las 17.30 h. con el último tren y el tiempo justo de mirar la información meteorológica, expuesta en la casa de los guías de montaña, y tomar el último remonte hasta el Schwartzsee, desde donde parte el sendero que tras serpentear 400 mts. de desnivel, te conduce al refugio de Hörnli.

 

A pesar de que las tarifas para poder dormir bajo techado no están muy a nuestro alcance, conseguimos apretarnos el cinturón y pagamos lo que nos piden, 3000 ptas noche y cama, pues dormir fuera sobre la terraza del refugio no es muy aconsejable con la temperatura que hace.

 

Nos preparamos una buena sopa y nos dispusimos a prepararnos para descansar con el fin de que a la mañana siguiente poder estar lo más descansados posible.

  

Nos preparamos cada uno nuestra cama y nos dispusimos a dormir algo, pues a las 3 de la madrugada había que tocar diana.

A pesar de lo poco mullida que era nuestra cama nos hicimos los remolones hasta casi las 3.30 h. hora en la que iniciamos el importante pero no menos tedioso proceso de ordenar el material y organizar la mochila prescindiendo del mayor peso posible. Optamos por dejar los sacos de dormir y parte de la comida que no podíamos preparar.

La cumbre por la arista Zmutt, se encontraba a unas ocho horas desde el refugio. Por otra parte si nos retrasábamos demasiado, siempre podríamos dormir en el refugio de Solvay (4.003 mts) en la ruta normal al Cervino.

 

Con estos pensamientos y tras procurarnos agua de un chorrito que emergía tímidamente a unos metros del refugio, de dudosa potabilidad, pero unas 1.000 ptas por litro más barata que la ofertada en el refugio, nos acercamos por el sendero que conduce a la ruta normal, al glaciar del Matterhorn.

Eran ya algo más de las 4.30 h. cuando comenzamos a avanzar por la explanada glaciar que queda por encima de la línea de seracs en la vertiente N del Cervino.

Alcanzamos fácilmente la vertiente nevada de la arista Zmutt, que con sus cerca de 45º y una nieve poco consistente, aminoró notablemente nuestra progresión. La isoterma permanecía desde hacía varios días por encima de los 4.000 mts.

Así pues cuando llegamos a la arista íbamos empapados en sudor y gracias a que fuimos previsores y cogimos bastante agua llevábamos reserva suficiente.

El novato como era natural consiguió armar detrás de un problema, otro, perdió una de las manoplas (no se como, pero así sucedió) se le partieron una de las patillas de las gafas que no se como se las enganchó y no hubo forma de solucionarlo, casi se las tuvimos que atar a la cabeza.

Habían transcurrido ya cerca de seis horas cuando llegamos a la primera cota (3.895 mts), a la altura de la primera Dent de Zmutt.

 

Por no hacer caso a los veteranos nos pusimos a abordar el primer resalte rocoso por el margen derecho. Sin saberlo nos metimos en un laberinto de roca descompuesta, con tramos muy expuestos, del que logramos salir tras casi cinco horas de ascensión, a la altura de una brecha en la que retomamos la arista.

 

Sedientos, cansados, algo despistados y convencidos de que los tiempos que hay que tomar como referencia deben ser los que con arreglo a nuestra capacidad podamos cubrir, aceptamos lo evidente y, tras lograr ingerir unas barritas energéticas y agua de las que todavía nos quedaba, nos propusimos continuar la ascensión hasta el hombro que queda unos metros por debajo de la Zmuttnase (nariz de Zmutt, cota 4.158 mts.).

Vivaqueamos a unos 50 mts. de esta cota, al resguardo del viento, que soplaba flojo del S.O. Pero los incipientes síntomas de deshidratación que mostraban algunos, sobre todo el novato junto con la escasísima ingesta de calorías que podíamos hacer, convirtió la noche en un interminable túnel que entumeció aún más nuestras sufridas neuronas.

El letargo se nos pasó al ser alcanzados por un guía de montaña con su cliente cuando ya había despuntado el Sol: intentamos seguir sus pasos para avivar el ritmo de nuestra ascensión y descubrir el trayecto más adecuado.

Con asombrosa rapidez superamos el hombro y bordeamos por su izquierda un resalte pronunciado hacia abajo que se encuentra en la cota 4.158. Desde allí nos dirigimos hacia la arista de Lion por una vira, en cuyo extremo se alcanza el pasillo que tras aproximadamente 100 mts. accede al corredor Carrel.

En este pasillo encontramos un salvador reguerillo de agua, al que nos aplicamos como obsesos para mitigar algo la insufrible sed, a pesar de lo expuesto que estábamos a la caída de toda suerte de rocas en él y al frecuente compás de fondo que pequeños aludes provocaban en otras vertientes de la pared. Y es que quizás sea la sed una de las pocas sensaciones placenteras que no puede ser acallada por la intensa experiencia del momento.

Retomamos la arista de Zmutt siguiendo la galería Carrel, que por estar cubierta de nieve tuvimos que abandonar a la altura de un cabezo de rocas rojizas para luego, tras girar a la izquierda, acceder a la cresta.

Desafortunadamente el mal tiempo previsto para el segundo día se confirmó y al llegar a la cumbre hubimos de renunciar a la maravillosa panorámica que debíamos haber podido contemplar, pero comenzó a nevar y a caer un ligero granizo que nos hizo volver a la realidad para aligerar el paso, y con las máximas precauciones comenzar el descenso.

Con escasa visibilidad y una "molesta" lluvia de granizo seguimos el descenso satisfechos de encontrarnos allí y contentos por poder contarlo.

Una vez en Zermatt después de nuestra hazaña comenzamos a darle vueltas a la cabeza para ver cuando podemos volver y realizar la ascensión del Cervino por la arista Hörnli.

 

 

 

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